En su 75.º aniversario en Brasil, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha sido un aliado clave en la promoción y defensa de los derechos de los niños y adolescentes brasileños.
Cuando comenzó su trabajo en Brasil, 158 de cada 1.000 niños nacidos morían antes de cumplir un año. Es decir, de cada 100 bebés, 16 fallecían prematuramente. Actualmente, este porcentaje se ha reducido en un 90%, a 12 niños por cada mil. Esta disminución es el resultado del trabajo conjunto de Unicef, las autoridades públicas y las organizaciones de la sociedad civil.
A lo largo de siete décadas, la labor de Unicef en Brasil se ha enfocado también en otras áreas, además de la salud. Estas incluyen educación, protección, lucha contra la pobreza y otros problemas que afectan a los niños y adolescentes del país.
Los logros y desafíos se presentan en el libro “UNICEF, 75 años por la Infancia y la Adolescencia — Una Historia en Construcción” y en la exposición “Pasos para el Mañana”, inaugurada el miércoles (16) en un evento conmemorativo en el Palacio Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, en Brasilia.
La exposición homenajea los avances logrados en colaboración con el gobierno federal en favor de los niños y adolescentes brasileños, mediante una serie de esculturas creadas por el artista André Alves de Freitas. Cada una de las seis esculturas simboliza áreas donde el trabajo de Unicef ha ayudado a transformar realidades: vacunación, saneamiento básico, educación, participación ciudadana, reducción de la mortalidad infantil y cambio climático.
Transformaciones
Unicef ha estado presente en las principales transformaciones sociales y políticas del país, colaborando con el gobierno brasileño y otros aliados en momentos decisivos, como la inclusión en la Asamblea Constituyente de 1988 de un artículo en nuestra Constitución. Este artículo establece que “la familia, la sociedad y el Estado tienen el deber de garantizar a los niños, adolescentes y jóvenes, con prioridad absoluta, el derecho a la vida, salud, alimentación, educación, ocio, formación profesional, cultura, dignidad, respeto, libertad y convivencia familiar y comunitaria, así como protegerlos de cualquier forma de abandono, discriminación, explotación, violencia, crueldad y opresión”.
La organización también contribuyó a los debates que llevaron a la creación del Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA) y ha colaborado en la formulación e implementación de políticas públicas para reducir la mortalidad infantil, fortalecer la salud pública y mejorar el acceso a una educación de calidad, entre otras iniciativas.
“Los derechos de la infancia y la adolescencia son una agenda permanente, ya que siempre hay antiguos desafíos que persisten y nuevos que surgen. La sociedad también está en constante cambio y demanda nuevos derechos para los niños y las niñas”, afirmó el representante de Unicef en Brasil, Youssouf Abdel-Jelil, al reiterar el compromiso de la organización de colaborar con Brasil para proteger los derechos de los niños y los adolescentes.
Balance
Además de diversos proyectos realizados en Brasil, la institución de la ONU contribuyó directamente a la creación del Programa Nacional de Inmunización (PNI) del Ministerio de Salud en 1973, lo que convirtió a Brasil en un ejemplo en vacunación infantil.
En 2020, durante la pandemia de covid-19, las acciones de Unicef se enfocaron en proteger los derechos de niños y adolescentes, con iniciativas relacionadas con agua, saneamiento e higiene en territorios vulnerables. Entre 2020 y 2022, más de 17 millones de personas se beneficiaron de las acciones de emergencia promovidas por la organización.
Desafíos para el futuro
Unicef destaca que, para el futuro, hay mucho por hacer para garantizar los derechos de los niños y adolescentes en Brasil. Entre sus prioridades están la reducción de la pobreza y las desigualdades, el aseguramiento del acceso a servicios de salud y educación de calidad, y el combate a la violencia contra niños y adolescentes, una área en la que Brasil no ha avanzado en las últimas décadas. Las muertes violentas de niños y adolescentes, especialmente de los negros, son una realidad que se debe enfrentar.
La organización también señala los desafíos relacionados con la salud mental en un mundo cada vez más interconectado, así como la cuestión migratoria y la mitigación de la emergencia climática. Sobre este último tema, destaca la realización de la COP30 en Brasil, enfatizando la necesidad de enfocar la atención en las personas más vulnerables tanto en la agenda nacional como en la global.
“Debemos seguir trabajando en esta agenda permanente, junto con las comunidades, los gobiernos en sus diversos niveles, la sociedad civil, el sector privado y los propios niños y adolescentes, para asegurar un presente y un futuro seguros y prósperos”, concluye la representante de Unicef en Brasil.
Crédito arquivo Nacional EBC
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